¿No has leído la primera parte de este post? Quizá no sería mala idea que le echases primero un vistazo, entonces:
Hace unos siete u ocho años decidí reunir todo lo que tenía escrito de Drímar en un montaje cronológico y publicar un omnibus en ebook. Se llamó, lógicamente, Drímar, el ciclo completo, y al decir que lo incluía todo, no mentía. Aunque en la secuencia principal del libro estaban solo aquellas historias que consideraba que tenían suficientes méritos narrativos para formar parte de la versión final del ciclo, añadí una sección llamada «Escenas eliminadas» en las que incluí los relatos que había ido descartando con los años, algunos de ellos inéditos hasta ese momento. Además, al final del libro hacía un recuento de todo lo que había escrito ambientado en Drímar, incluido aquello que se perdió en las brumas del tiempo y que ya no existía. Hace poco que he estado revisando este ebook (la maquetación y el diseño original eran un tanto toscos, y quería una portada un poco más moderna) y podéis acceder a él pinchando en el enlace que habréis visto un poco más arriba. O, si como yo sois muy vagos, este otro.
Unos años más tarde, el confinamiento fruto de la pandemia me causó un bloqueo de escritor que me duró casi un año. Curiosamente, ese bloqueo no me impedía revisar y rehacer material antiguo, solo escribir cosas nuevas. Así que aproveché para pegarle un buen repaso a casi toda mi obra anterior en busca de unas ediciones «definitivas».
Así nació Yggdrasil. Buena parte del material más reciente de Drímar compartía, aunque fuese de forma muy tenue, una trama común de trasfondo, lo que me permitió enlazarlo todo y presentarlo como una única novela de unas ochocientas páginas. Además, revisé los textos a fondo, podando con generosidad (cerca de 30.000 palabras desaparecieron por el camino) e intentando, siempre sin traicionar los originales, que las nuevas versiones fueran lo más diversas posible en todos los sentidos. Yggdrasil se publicó en un solo volumen en ebook y en dos en papel.
No contento con eso preparé una nueva edición de La sonrisa del gato. Aunque la novela estaba recogida íntegramente en Yggdrasil me pareció que merecía el honor de seguir disponible en solitario, aunque solo fuese por haber sido mi primera novela publicada. .
Si me preguntáis qué prefiero que lean los lectores, si Drímar, el ciclo completo o Yggdrasil, la respuesta para mí está muy clara: Yggdrasil, donde están las versiones con las que más satisfecho me siento. Al mismo tiempo, considero que no tengo derecho a hurtarle al público las versiones originales; desde el momento en que fueron publicadas en su día de ese modo son parte del acervo común y público, de ahí que convivan ambos volúmenes. Por usar jerga de Star Wars, el lector podrá elegir entre la versión en la que Han disparó primero y la otra. Es cosa suya.
Hay un lector que prefiero, directamente, que no elija. Seguro que cuando escribí hace un par de párrafos «que las nuevas versiones fueran lo más diversas posible en todos los sentidos» alguno habría que arrugó la nariz y murmuró con cierto malestar «ya estamos con la mierda woke inclusiva». Si quien está leyendo eso reaccionó de forma similar, agradeceré que se mantenga alejado de mi obra, sea la versión que sea. Hay ciertos lectores que prefiero no tener. Gracias.
Pero, como en el post anterior, aún no he hablado de las novedades. Así que vamos a ello.
Al crear esa especie de novela-tocho a la que llamé Yggdrasil, me encontré con que había varios relatos que no tenía manera de incluir en ella de un modo que tuviese sentido narrativo. No tenía muy claro qué hacer con ese material… salvo que antes o después querría publicarlo, como había hecho con el resto. De momento lo dejé por ahí, le di el título provisional de Nornir y me dediqué a otras cosas.
Y hete aquí que se pone en contacto conmigo, a través de Pily Barba, un aficionado a la ciencia ficción llamado José R. Montejano, cuyo nombre me sonaba pero con el que nunca había hablado. Me contó que había descubierto Drímar hacía poco, que le había gustado mucho y que le parecía un escenario perfecto para una recopilación de relatos en la que autores que no fuesen el creador aportasen sus historias. Es algo que en el mundo anglosajón se hace con cierta frecuencia (luego están los universos de ficción que nacen ya como algo colectivo, pero esa ya es otra historia); no es tan habitual en España, aunque se ha hecho varias veces.
En realidad, dentro de Sportula yo mismo lo hice con el libro Akasa-Puspa de Aguilera y Redal, por ejemplo, donde diversos autores (como José Carlos Somoza, Felicidad Martínez, Rafael Marín o José Antonio Cotrina, por mencionar unos pocos) aportaban su granito de arena a ese escenario.
Lo cierto es que la propuesta que me hacía Jose no solo me interesaba, sino que era algo en lo que yo mismo había pensado años atrás. Nunca llegué a ponerme a ello entre otras cosas porque me parecía un tanto arrogante por mi parte considerar Drímar algo lo bastante importante o atractivo para pedirles a diversos colegas que escribieran un relato ambientado ahí.
Claro que las cosas cambian cuando la propuesta te la hace otra persona que, además, te asegura que no va a ser difícil encontrar gente interesada en participar en el proyecto. Así que no vacilé mucho en responder afirmativamente a la propuesta de Jose. Entre los dos creamos una lista de autores que nos parecía que podían aportar cosas interesantes, buscando un cierto equilibrio entre voces veteranas y gente nueva. Evidentemente, había muchas otras personas, fuera de las incluidas en la lista, que podrían haber hecho un excelente trabajo, pero en aquel momento elegimos los que a Jose y a mí nos parecían más adecuados. Como muchas otras cosas en esta vida, cuestión de gustos y opiniones.
La verdad es que toda la gente con la que contactamos respondieron enseguida afirmativamente y con entusiasmo, lo cual me sorprendió bastante. Y no, no es falsa modestia, defecto que jamás he padecido. Creo tener una idea bastante realista de mí mismo, de mis capacidades como autor y de la calidad general de mi obra. Y que alguien con talento se tome la molestia de dejar de escribir algo propio para incursionar en un escenario de ficción creado por mí y que encima lo haga con ganas y entusiasmo es algo que me sigue sorprendiendo cada vez que lo pienso. Y cuando se trata, no de una sola persona, sino un buen puñado de ellas, ya me deja bastante estupefacto.
Como sea, con el correr de los meses sucesivos hubo participantes que tuvieron que abandonar el proyecto, lo cual fue una lástima, pero es algo que sabíamos que podía pasar. Ya sabéis, la vida es aquello que nos pasa mientras nos empeñamos en hacer otros planes, que decía Lennon, y los imponderables están ahí a la vuelta de la esquina. Sé que las personas que no pudieron seguir adelante lo lamentan tanto como yo, y espero poder contar con ellas en un futuro.
A medida que iba llegando los relatos no dejaba de sorprenderme. No por la calidad, con eso ya contábamos, dado que habíamos elegido autores en quienes confiábamos, sino por los puntos de vista tan diversos y las formas tan distintas en las que se acercaron a mis creaciones, mostrándome panoramas que yo ni siquiera había intuido y ampliando el escenario de un modo maravilloso. Siempre desde el respeto al material original y con un talento enorme. La verdad es que fue todo un privilegio ir leyendo los distintos relatos.
Os preguntaréis quiénes son las personas que han contribuido al proyecto. La nómina autoral podréis verla justo tras este párrafo, en que os mostraré la portada del libro. En cuanto a los relatos y qué aportó cada uno, voy a dejarlo para un futuro post que, espero, sea el último de esta serie.