A lo largo de los años, Marvel y DC colaboraron en diversas ocasiones y efectuaron cruces entre sus diversos héroes. Hace unos cuantos años recopilaron esas historias en cuatro tomos (dos de ellos editados por DC, y los otros dos por Marvel, algo fácil de ver en la alternancia de diseños de cubierta), el primero de los cuales se publicó en nuestro país hace años de la mano Forum. Posiblemente sea difícil de conseguir hoy en día. En inglés, es relativamente fácil hacerse con algunas de las ediciones en tapa blanda, tanto de este primer volumen como de los otros tres

¿Recogen esos cuatro volúmenes todos los crossovers entre ambas editoriales? No. Faltan dos y no precisamente de los poco importantes: No está la miniserie Marvel Vs. DC (que daría lugar al fugaz, gamberro y divertido universo Amalgam) ni sus dos secuelas, Acceso total y Acceso ilimitado; y falta también el Avengers/JLA de Busiek y Pérez, aunque este último ha tenido su propio recopilatorio.

En todo caso, aquí quiero centrarme en comentar el primer volumen, que creo que es el único que se publicó en España.

El tomo se abre con la portada (pero no el cómic) de El mago de Oz, la primera colaboración entre Marvel y DC y que se ofrece básicamente como curiosidad histórica.

Le sigue  Superman vs. The Amazing Spiderman y ahí es donde empieza el asombro y la maravilla. La publicación de ese tebeo fue todo un acontecimiento en los años setenta, potenciado por el formato de publicación elegido (similar en tamaño a lo que luego serían las ediciones absolute, pero en tapa blanda) y ayudado por un guion de Gerry Conway muy trabajado y excelentemente equilibrado que nos hacía creer perfectamente la posibilidad de los dos héroes habitasen el mismo universo y, simplemente, no hubieran llegado a coincidir hasta el momento. El dibujo de Ross Andru en el que es sin duda es su mejor trabajo (ayudado por un equipo de entintadores de lujo, con Neal Adams y Dick Giordano a la cabeza) hace que visualmente cada página sea una gozada.

Todo en este cómic funciona para proporcionar aventura, espectáculo y sentido de la maravilla. Curiosamente tuve acceso a él siendo muy niño a través de una edición en alemán que trajo un amigo (sus padres habían estado viviendo y trabajando en Suiza) y nos recuerdo a ambos una tarde, los dos sentados frente al tebeo, pasando las páginas mientras él, con sus escasos conocimientos de alemán (muy superiores a los míos) iba más o menos contándome los diálogos.

En realidad no hacía falta. El cómic está tan bien narrado visualmente, tiene un story-telling tan claro que la historia se sigue a la perfección sin necesidad de leer los diálogos.

Si me permitís una digresión quizá demasiado personal, tengo que decir que este tebeo es en cierto modo el responsable (o al menos uno de ellos) de la curiosa amalgama de personajes, referencias y universos de ficción en que se acabó convirtiendo mi saga holmesiana.

Recuerdo que, al verlo de niño, me dejó alucinado la idea de que Superman y Spiderman colaborasen. Eran de editoriales distintas, al fin y al cabo, así que era un pelín extraño. Al mismo tiempo, por paradójico que resulte, me pareció lo más normal del mundo. Al fin y al cabo, Spiderman vivía en Nueva York y Superman había visitado antes la Gran Manzana, así que por qué no se iban a encontrar los dos.

Esa fue la semilla. Fue creciendo muy despacio en la penumbra sin que yo me diese cuenta, ganando forma y fuerza con el correr de los años y terminó germinando a mediados de los dos mil cuando Bibliópolis reeditó mi primera novela de Sherlock Holmes y me puse a escribir la segunda. En aquel momento todo eclosionó y de pronto me encontré entre manos con un cosmos narrativo en el que estaban, no solo el detective de Baker Street y las creaciones de Lovecraft, sino también los superhéroes y los malvados villanos de las novelas pulp, y los pistoleros de mis westerns favoritos y los espías atormentados de las novelas de le Carré… y un montón de cosas más que metí en esos cuatro libros y de las que no soy consciente.

Y todo viene, en cierto modo, de este cómic.

Que, por otro lado, es cojonudo. El guión de Gerry Conway es modélico. Conoce bien a ambos personajes y sus diferentes entornos y los caracteriza a la perfección y equilibra de maravilla el «tiempo de pantalla», por asi decir, de cada uno. Si a eso unimos que, como ya he dicho, lo considero el mejor trabajo de Ross Andru como dibujante, tenemos un tebeo cojonudo, que es una delicia de leer. Qué más se puede pedir.

No le fue a la zaga el tercer cross-over, que enfrentaba a Batman con Hulk. En este caso, el dibujante no era otro que José Luis García López, posiblemente el artista más elegante que jamás ha dibujado un cómic de superhéroes, con un Dick Giordano a las tintas que supo entender perfectamente el lápiz sobre el que trabajaba y potenciarlo. El Hulk de García López sigue siendo visualmente uno de los mejores de la etapa clásica del personaje, aunque a menudo no se lo recuerde, al ser esta la única vez que lo dibujó. Su Batman no tiene nada que envidiar al de Neal Adams, por otro lado.

Si la memoria no me falla, García López desarrolló prácticamente toda su carrera como dibujante en DC y fue esta la única ocasión en la que trabajó para Marvel… un tanto de refilón, eso sí.

El guion de Len Wein, eficaz veterano, supo potenciar lo mejor de ambos personajes y los arropó con una historia adecuada para que los dos brillasen.

Algo más tarde vendría el cruce entre la Patrulla-X y los Nuevos Titanes, con guion de Chris Claremont y dibujos de Walt Simonson. Creo que fue esta la única ocasión en la que el gran Terry Austin entintó a Simonson, y el resultado no es nada malo.

Claremont se conocía los mutantes como si los hubiera inventado él, si me permitís el chiste fácil. Y los Nuevos Titanes de Wolfman y Pérez (que son, más o menos, los que aparecen en este cómic) eran en muchos aspectos una suerte de homenaje al grupo de mutantes de Marvel, especialmente en los primeros tiempos de Lee y Kirby, cuando sus componentes eran adolescentes. Así que tenía todo el sentido del mundo que fuese Claremont quien se encargase del guion, construido alrededor de la idea (que funciona de maravilla) de que Darkseid, en su eterna busca de la ecuación de la anti-Vida, necesita recoger la esencia de Fénix Oscura.

Simonson supo estar a la altura del reto y nos regala excelentes momentos.

Quizá a estas alturas habréis notado que aún no de dicho nada del segundo de los crossovers, que volvía a unir a Superman y Spiderman. Lo cierto es que casi preferiría no decir nada sobre él. Los tres que he comentado hasta ahora son excelentes tebeos; en el caso del primer Superman/Spiderman y del Batman/Hulk, son dignos de figurar entre lo mejor de sus respectivos autores y Patrulla-X/Nuevos Titanes no están ni mucho menos entre lo peor que han hecho Claremont o Simonson. Por desgracia, el segundo Superman/Spiderman es un cómic mediocre y decepcionante, tanto en lo narrativo como (y ahí es donde duele especialmente) en lo visual, como se percibe desde la mismísima portada.

Comparadlas:

El guion de Shooter se limita a cumplir. Está bien estructurado y usa bien el medio (se pueden decir muchas cosas de Shooter, pero conoce a la perfección los códigos narrativos del cómic y sabe cómo usarlos) pero el guion carece de alma y parece hecho con plantilla. Casi era esperable. Al fin y al cabo, aunque pueda haber tenido momentos interesantes (como en la Saga de Korvac en Los Vengadores) Shooter nunca ha sido un guionista excepcional; no es, por tanto, ninguna sorpresa que su guion para este cómic no sea nada del otro mundo.

Lo que de verdad duele es que a los lápices esté nada más y nada menos que John Buscema, un artista como la copa de un pino, capaz de imágenes soberbias y momentos grandiosos y espectaculares, pero que aquí está apagado, apenas brilla y nos muestra un Superman anodino y sin gracia. Decía Roy Thomas que John Buscema era capaz de bibujar bien cualquier cosa… siempre que consiguieses que le apeteciera dibujarlo. Parece que en este caso no le apetecía demasiado.

No sé si se debe a que, en general, no le gustaban gran cosa los supehéroes (irónico, porque algunos de sus mejores momentos están en Los Vengadores en los años 70, con Roy Thomas al guion), o tal vez a que el guion que estaba ilustrando no le despertaba precisamente la creatividad o quién sabe si a una combinación de ambos factores, pero sin duda este es uno de los trabajos más olvidables de Buscema.

Lástima.

El tomo, como podéis ver, cuenta con una portada de George Pérez; también la contraportada es suya, centrada sobre todo en mostrar a los distintos villanos de cada crossover. Darle a Pérez la cubierta fue todo un acierto, ya que el siguiente cruce entre ambas editoriales, tras el Patrulla-X/Nuevos Titanes habría sido su JLA/Vengadores, que se malogró por problemas de política editorial cuando Pérez ya llevaba dibujadas unas cuantas páginas.

Y es que en la portada en cierto modo se recrea (en la idea visual y algunas poses) la que habría sido la cubierta de ese crossover.

Años después, la oportunidad volvería a surgir y se produjo el tan ansiado cruce entre los dos supergrupos de ambas compañías. Y, por supuesto, fue George Pérez quien lo dibujó. Cualquier otra cosa habría sido impensable. En todo caso, eso ya es otra historia y ya veremos si la cuento o no… aunque otros la han contado, y mejor, seguro.