Iré al grano. Tras ver completa la primera temporada, tengo que decir que la serie Fundación (una vez pasado el escollo del primer episodio que, narrativamente, es confuso y no parece saber muy bien hacia dónde va) me ha parecido cojonuda. Tiene sus momentos mejores y peores, pero en conjunto es de la ciencia ficción audiovisual más satisfactoria que he visto en los últimos años (en trama, en personajes, en ambición de escenario, en sentido de la maravilla..).

Y me ha parecido una buena adaptación del material original. Goyer y el resto de guionistas han tomado los tres primeros relatos de Fundación («Los psicohistoriadores», «Los enciclopedistas», «Los alcaldes») junto a ciertos elementos de las precuelas (Preludio a la Fundación, Hacia la Fundación) y los han usado como punto de partida para contar su propia historia, inspirada en el original asimoviano pero alejada de él todo cuanto han considerado necesario para que funcione en el medio televisivo.

Que, sorpresa, es distinto al literario.

Por un lado han aprovechado los huecos que deja Asimov en sus historias (salvo en el primer relato, no sabemos nada con detalle de lo que pasa en Términus ni en las partes de la galaxia de las que la Fundación queda aislada) para construir su propia versión del Imperio Galáctico en decadencia cuya caída prevé Hari Seldon. Y han hecho un trabajo estupendo; han construido un imperio barroco, lleno de construcciones colosales (¡ese ascensor espacial!), con una estructura social que, aunque no es descrita, se percibe compleja y, sobre todo, con una casta gobernante llena de interés. La idea de la dinastía genética, si bien no es original, existe en otras obras de ciencia ficción, resulta fascinante, está muy bien tratada y se integra sin problemas en ese Imperio Galáctico.

Por el otro, han entrado a saco en personajes y situaciones de las historias originales, las han adaptado a su gusto sin miedo a alejarse del original y han creado una trama que funciona y que respeta la esencia de lo narrado en los relatos originales, por mucho que difiera en (casi) todos los detalles concretos de la trama.

¿Es Fundación, la serie, la misma Fundación de los libros? No. Ni tiene por qué serlo. Está inspirada en ella, se usa como punto de partida para construir otra otra cosa.

Y es que, le pese a quien le pese, «adaptar» y «clonar» no son sinónimos, aunque hay fans incapaces de tomar la suficiente distancia emocional para darse cuenta de ese detalle.

Cuando se toma una obra de un medio y se la traslada a otro hay ciertos cambios que son por fuerza necesarios, porque cada medio tiene su lenguaje, sus reglas, su tempo…

Y cuando se toma una obra de una época y una sociedad concreta y se la traslada a otra época y otra sociedad hay ciertos cambios que son por fuerza necesarios, porque cada época y cada sociedad tiene su lenguaje, sus reglas, sus gustos, sus sensibilidades…

Cuando Jean-Jacques Annaud definía su adaptación de El nombre de la rosa como «un palimpsesto sobre la novela de Umberto Eco» sabía perfectamente de qué estaba hablando y nos los explicaba en una sola frase. Lo que veíamos en la pantalla no era la novela de Eco (y tanto que no, como que la película de Annaud deja fuera más de la mitad de la peripecia del texto literario) sino la lectura y el retelling que otra persona estaba haciendo de esa novela. Tamizada, por tanto, por los gustos, las ideas y la forma de narrar de esa otra persona.

Así funcionan en mayor o menor medida todas las adaptaciones. Algunas parecen desviarse muy poco del original, otras parecen estar a millones de quilómetros de él. Es, en todo caso una cuestión cuantitativa, no cualitativa. Por no mencionar que a veces esa aparente cercanía oculta una distancia enorme, como puede ser el caso del Watchmen de Snyder, que visualmente parece pegado al original, pero que ideológicamente está en las antípodas de este.

No entender eso equivale a no haber entendido nada de nada. Y reaccionar con el cansino «es que para cambiarlo tanto, mejor no decir que está basado en Fundación y llamarlo de otra manera» es indicativo de una miopía intelectual preocupante, sobre todo cuando sale de los labios de personas que, por trayectoria y profesión, deberían ser capaces de entender cómo funcionan esas cosas.

Resumiendo, me lo he pasado muy bien con Fundación. Me ha funcionado sin problemas por sí misma, independientemente del material del que parte. Pero también me ha funcionado como fan de la trilogía original, especialmente cuando analizaba el modo en que habían usado personajes y situaciones de los libros y lo que habían construido y reconstruido partiendo de ellos. Como narrador, de hecho, me ha parecido fascinante el proceso que Goyer y el equipo de guionistas han seguido para deconstruir y reconstruir el original asimoviano.

No hace falta decir que espero con ganas la siguiente temporada.