TE HEMOS SEGUIDO
Rodolfo Martínez

Te hemos seguido, viajero. No lo sabes y puede que mueras sin saberlo, feliz en tu ignorancia, agarrado al premio que nos robaste, desconocedor de lo que has desencadenado sobre tu mundo. Quizá incluso lo prefiramos así, es posible que la venganza sea más dulce en ese caso. O puede que no. Pero no importa. Tenemos tiempo, todo el tiempo que queramos y no tenemos por qué decidir nada ahora.

Te hemos seguido, viajero. Te hemos seguido a este mundo de formas desconcertantes y tonos hirientes, de miedo a la oscuridad y arrogancia ante la luz que habéis creado y con la que creéis haber desterrado la noche. Pero os equivocáis, la noche no puede ser desterrada, solo postergada y, antes o después, os lo demostraremos a ti y a los tuyos. Y volveréis a recordar por qué teméis a la oscuridad, por qué os sobresaltáis al menor ruido, por qué las formas que producen las sombras de la noche os hacen sentir como lo que sois realmente: presas, ganado. Habéis creado un mundo lleno de luz, humo y máquinas brillantes, habéis construido una mentira y, sobre ella, habéis edificado vuestra civilización. Pero la mentira no durará, la mentira caerá y vosotros con ella.

Te hemos seguido, viajero. A este mundo con luna en el que las noches son demasiado claras y los días parecen eternos.

Te hemos seguido, viajero. Borracho de triunfo, ni siquiera has sido consciente de que no estabas solo, de que veníamos contigo, de que nos deslizábamos entre las sombras y buscábamos cobijo bajo tierra. Aquí edificaremos nuestro propio mundo. Aquí, mientras vosotros os afanáis en la superficie por construir una mentira cada vez más alta, cada vez más complicada y cada vez más frágil, nosotros medraremos, crearemos la verdad y esperaremos. Porque somos pacientes, viajero, algo que no comprendiste durante tu breve visita. Somos pacientes y podemos esperar lo que haga falta, en las sombras, en la penumbra, en los túneles interminables en los que drenáis vuestros desperdicios para arrojarlos a un mar que empieza a estar harto de vosotros. Podemos esperar cuanto sea necesario, arropados por las tinieblas acogedoras de estos túneles que parecen concebidos para albergarnos y ser nuestro hogar. Sí, seguid creando la mentira; alzad edificios cada vez más altos, construid máquinas cada vez más brillantes, desarrollad estructuras cada vez más complejas. Seguid regodeándoos en vuestra agudeza, vuestra fuerza, vuestra voluntad y vuestra ambición, seguid convencidos de que nada puede deteneros y de que no hay problema que vuestro ingenio no pueda solucionar. Y, mientras lo hacéis, mientras vivís en un sueño acunado por la luz artificial que habéis creado para espantar el miedo a la noche, nosotros viviremos aquí, medrando, esperando y planeando, buscando el momento oportuno. Justo bajo vosotros, minando poco a poco los cimientos de vuestra mentira mientras la hacéis cada vez más alta y compleja.

Te hemos seguido, viajero. Y no lo sabes. Tu ignorancia es parte de nuestra venganza, quizá la mejor, o al menos la más satisfactoria. No lo sabes. Seguirás viajando, seguirás yendo hacia delante o hacia atrás y no tendrás la menor idea de lo que tú, sí, tú, has desencadenado sobre tu mundo.

Te hemos seguido, viajero. Solo unos pocos. Los suficientes.

Te hemos seguido, viajero. Y te dejamos marchar ahora mientras aprendemos las nuevas formas de este nuevo mundo que hemos detestado en cuanto hemos posado la mirada sobre él. Este mundo en el que las presas se han creído cazadores, en el que todo está torcido, todo es demasiado luminoso y todo apesta a rebaño. Este mundo en que el ganado ha domado otro ganado y lo usan para no estar solos, para alimentarse, para que hagan el trabajo por ellos, para que los trasladen de un sitio a otro. Desde nuestro refugio en los túneles, oímos los cascos sobre vuestras calles, el chirriar de las ruedas sobre el adoquinado, el beso afilado del látigo sobre la carne, el miedo y el odio y la adoración y el desprecio que las presas que habéis domesticado sienten hacia vosotros. Un mundo patas arriba, nos decimos, un mundo de luz y arrogancia que no durará. Un mundo de máquinas, también, y eso nos conforta en cierta medida. Un mundo de máquinas que trajinan, que humean, que calientan y confortan nuestros corazones. Un poco. Solo un poco. Porque, ¿qué clase de lugar es este en el que el ganado domestica a otro ganado, en el que el ganado crea, tiene ideas, construye máquinas y se cree el dueño del mundo?

Te hemos seguido, viajero. Te hemos seguido y hemos medrado. Y hemos contemplado a los tuyos. Y, mientras ellos crecían, nosotros también lo hemos hecho. Abajo, en la oscuridad, nuestro número ha aumentado y nuestras necesidades también.

Te hemos seguido, viajero. Y ojalá no lo hubiéramos hecho, piensan algunos de nosotros. Ojalá nunca hubiéramos dejado nuestro hogar en pos tuyo y ojalá no estuviéramos en este mundo patas arriba que es una ofensa contra todo lo que es bueno y justo y correcto. Ojalá no te hubiéramos seguido, porque entonces no tendríamos que hacer lo que los nuestros nunca han hecho antes; no tendríamos que destruir a nuestra propia progenie cuando, fascinados por vuestra luminosa mentira, empiezan a hablar de salir, de integrarse, de aprender de vosotros y, tal vez, convivir con vuestra especie. ¡No, jamás! No hemos venido aquí a rendir pleitesía a un ganado demasiado ingenioso para su propio bien, no hemos venido a contemporizar con vosotros. Hemos venido a aguardar vuestra destrucción, a empujaros hacia ella si es preciso, a construir nuestro mundo sobre las cenizas del vuestro. Y haremos lo necesario para ello, incluso matar a aquellos de nuestros hijos que se dejan atrapar por el oropel de vuestro ingenio y desean una coexistencia que va contra cualquier impulso natural. ¿Coexiste acaso el cazador con lo que caza, coexiste el que come con lo que es comido, coexiste el reo con su verdugo? Si no otra cosa, el que hayáis sido capaces de retorcer el mundo hasta ese extremo, indica lo perversos que sois.

Te hemos seguido, viajero. En silencio, en la oscuridad.

Te hemos seguido, viajero. Y esperaremos. Esperaremos mientras la mentira que llamáis civilización sigue creciendo, cada vez más alta, más compleja y más frágil. ¿Más hermosa? Hay quien dice eso entre nosotros. Pero si es así, si la estructura aborrecible en la que vivís tiene algún tipo de belleza, solo puede ser una belleza enfermiza y decadente que no tardará en marchitarse para siempre.

Te hemos seguido, viajero. Sí, te hemos seguido y esperaremos el momento adecuado. Construiremos nuestro mundo sobre las ruinas del tuyo. Usaremos los restos marchitos de vuestro ingenio y vuestra arrogancia para fertilizar nuestra creación. Y un día volverás de tus viajes, regresarás a lo que llamas hogar y nos encontrarás aquí, esperándote. Y comprenderás, en ese momento comprenderás, que eres el único responsable de lo ocurrido. Que tú, en tu vano intento de enfrentarte a nosotros, has creado nuestro mundo.

Te hemos seguido, viajero. Y aquí seguiremos, esperando y esperándote. Nosotros, los morlocks.